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Incendio forestal

Investigadores de la Universidad Nacional de Colombia muestran los primeros mapas de conectividad funcional del hábitat para tres especies de mamíferos silvestres amenazados en las sabanas del departamento del Vichada, Colombia.  El estudio, publicado en la revista científica Mammalian Biology, evidencia que la expansión agroindustrial, el incremento en la frecuencia y extensión de los incendios forestales y la fragmentación del paisaje están aislando a las poblaciones del tapir de tierras bajas, venado cola blanca y pecarí de labio blanco colocando en riesgo la supervivencia a largo plazo de estas especies en estos paisajes.

 

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La región de la Orinoquía colombiana alberga la mitad de las especies de ungulados del país. Sin embargo, muchos de sus hábitats no están protegidos bajo figuras de conservación pública y se encuentran en peligro por múltiples actividades humanas.


Usando 985 registros de presencia, herramientas de modelado espacial y algoritmos avanzados, los investigadores identificaron: Áreas clave de hábitat adecuado, conectividad entre fragmentos y corredores de dispersión de bajo costo para cada especie e integrado.

“Estas especies necesitan moverse entre parches de bosque para alimentarse, reproducirse y sobrevivir. Pero los caminos naturales están desapareciendo”, explica Federico Mosquera-Guerra, autor principal del estudio.


Los investigadores identificaron 1905 km² de hábitat núcleo para los tres ungulados, concentrados a lo largo de ríos y bosques ribereños. El tapir de tierras bajas mostró la mayor conectividad entre fragmentos, mientras que el venado de cola blanca enfrenta mayores riesgos de aislamiento.


Las zonas más desconectadas están en el oriente del Vichada, donde la fragmentación por actividades humanas es mayor. La conectividad global del paisaje depende de áreas ubicadas fuera de parques y reservas oficiales, como fincas privadas o reservas civiles.

La pérdida de conectividad ecológica no solo amenaza a estas especies, sino también a toda la dinámica ecológica del ecosistema. Los bosques de galería que siguen los cauces de los ríos Meta, Bita y Tuparro cumplen un rol esencial como corredores naturales para la fauna. Si se pierden, también se verá afectada la fauna asociada: desde jaguares y pumas, hasta aves, anfibios y polinizadores.

 

“Conservar conectividad es conservar el movimiento de la vida. Los mamíferos no conocen límites administrativos o fronteras humanas, y su supervivencia depende de que mantengamos el paisaje funcional y bien conectados”, señala Federico Mosquera-Guerra

 

**La investigación fue realizada en el marco del proyecto “Diseño participativo de estrategias para la reducción de incendios forestales, la conservación de la biodiversidad y el desarrollo regional en paisajes multifuncionales” (BPIN 2020000100456), financiado con recursos del Sistema General de Regalías, y el artículo científico correspondiente, titulado “Habitat connectivity of threatened ungulate species in a native savanna landscape of northern South America”, fue publicado en la revista "Mammalian Biology". Consulte aquí la publicación: https://doi.org/10.1007/s42991-024-00404-8

 
 
 

Un equipo de investigadores del Laboratorio de Ecología del Paisaje y Modelación de Ecosistemas (ECOLMOD) de la Universidad Nacional de Colombia ha desarrollado el primer modelo espacialmente predictivo del riesgo de incendios forestales en las sabanas tropicales del país, con especial enfoque en el departamento del Vichada, Colombia. Los resultados muestran que bajo escenarios de altas emisiones de gases de efecto invernadero, el riesgo de incendios extremos podría incrementarse hasta un 40 % antes del año 2100.

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A través de un enfoque multiescenario que combina datos satelitales, proyecciones climáticas y modelos estadísticos avanzados, los investigadores analizaron cómo variables como temperatura máxima, precipitación y humedad atmosférica inciden en la ocurrencia de grandes incendios. El estudio cubre datos desde 1981 hasta 2020 y proyecta riesgos hasta el 2100.

Entre los principales hallazgos de la investigación destaca

  • El riesgo de incendios aumentó entre 5 % y 8 % entre 1981 y 2020.

  • Si no se reducen las emisiones (escenario SSP585), el riesgo podría subir hasta un 40 % a fin de siglo.

  • Los meses más críticos son enero a marzo, durante la temporada seca.

  • Dos variables explican el 75 % de los incendios extremos:

  • Temperaturas máximas por encima de 31,6 ºC

Los investigadores resaltan que, aunque exista un escenario donde hayan compromisos climáticos ambiciosos, el riesgo no desaparece: se mantendría entre 10 % y 18 %.

 

¿Qué significa esto para la Orinoquía?

Las sabanas del Orinoco son ecosistemas claves para la biodiversidad y la conectividad ecológica del país. Sin embargo, la expansión pecuaria, los monocultivos forestales y el uso tradicional del fuego para actividades productivas han transformado el paisaje, haciéndolo más propenso a incendios descontrolados.

 

“El fuego es parte natural del ecosistema de sabana, pero el cambio climático y el mal uso de este elemento en las actividades humanas están generando incendios más grandes, frecuentes e impredecibles. Esto pone en riesgo no solo la biodiversidad, sino también los medios de vida locales y la salud de las comunidades”, afirma la coautora Dolors Armenteras.

En este contexto, el equipo investigador propone: Implementar estrategias locales de gestión del fuego, basadas en evidencia y adaptadas al contexto cultural y productivo, fortalecer el monitoreo climático y de combustibles vegetales, especialmente durante la transición entre épocas de lluvia y sequía, integrar estos modelos predictivos en los planes de ordenamiento territorial y de gestión del riesgo y combinar acción climática global con soluciones locales participativas a diferentes escalas.


 ** La investigación fue realizada en el marco del proyecto “Diseño participativo de estrategias para la reducción de incendios forestales, la conservación de la biodiversidad y el desarrollo regional en paisajes multifuncionales” (BPIN 2020000100456), financiado con recursos del Sistema General de Regalías, y el artículo científico correspondiente, titulado “Habitat connectivity of threatened ungulate species in a native savanna landscape of northern South America”, fue publicado en la revista "Mammalian Biology". Consulte aquí la publicación: https://doi.org/10.1007/s42991-024-00404-8

 
 
 

Colombia alberga tres de las cuatro especies de tapires que existen en el mundo, siendo el país con mayor diversidad de este grupo de mamíferos. En este contexto, se lanza el libro “Colombia, país de tapires”, una obra de divulgación científica y educativa que recopila décadas de conocimiento sobre estos gigantes del bosque, su ecología, amenazas, y el rol que cumplen en la conservación de la biodiversidad y en la adaptación al cambio climático.



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El libro es una colaboración entre la Fundación Omacha, el grupo de investigación ECOLMOD de la Universidad Nacional de Colombia, y más de 20 instituciones nacionales e internacionales. Se trata de una herramienta única que combina ciencia, cartografía, imágenes inéditas y saberes tradicionales.


¿Por qué leer este libro?


·       Colombia es el único país en el mundo con tres especies de tapires: Tapirus bairdii (centroamericano), Tapirus pinchaque (de montaña) y Tapirus terrestris (de tierras bajas).

·       Los tapires son considerados “ingenieros del ecosistema”, vitales para la regeneración del bosque, la dispersión de semillas y la regulación hídrica y del carbono.

·       A pesar de su importancia, todas las especies están amenazadas por la pérdida de hábitat, la caza y el avance de la frontera agropecuaria.

·       El libro presenta mapas de distribución actual, análisis del impacto humano, técnicas de investigación y estrategias para su conservación.


Un llamado a la acción


Esta publicación no solo es un homenaje a la riqueza natural de Colombia, sino también un llamado urgente a fortalecer las estrategias de conservación. Se destaca la necesidad de articular esfuerzos entre comunidades, autoridades ambientales y academia para asegurar el futuro de estos grandes mamíferos.


“Conservar a los tapires es conservar los bosques que nos dan agua, alimentos y estabilidad climática”, afirma el investigador Federico Mosquera-Guerra.


 
 
 

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